domingo, 18 de julio de 2010

Desde Montánchez, BLANCO DE FOMENTO

El ministro de Fomento se llama José Blanco. Uno diría que Blanco es el ministro cataplasma. Blanco es pesado, fastidioso, embustero. Aplica la pomada calmante o emoliente a su política. Ahora. Antes, no. Antes se presentaba como la cara eficaz de la cruz inoperante que resultaba Magdalena Álvarez. Hasta que Zapatero se enteró de lo que vale el peine económico, Blanco gastaba a manos llenas. Derroche y despilfarro en su cuerpo de blanda consistencia y en su alma modelable a golpe de dedo.

Blanco ya no promueve, ni impulsa ni vivifica. Blanco se dedica, ahora, a poner obstáculos, a sembrar campos de minas, a entorpecer el desarrollo de las infraestructuras. Y así.

Maestro en la ofensa y perito en el insulto, Blanco echa la culpa al PP del macro-recorte que va a perpetrar en la obra pública. Ya ha avisado que, hasta el año que viene, no dispone de un euro para pagar las certificaciones de obra. Ha tirado el dinero y ahora no tiene ni para pipas. Mucho festejo, exceso de propaganda, tira de clientela, demasiado viajecito, promesas a troche y moche, alharaca partidista y, al final, qué. Al final, eso. Ni una moneda para pagar a las empresas. A rescindir contratos.

Qué va a pasar con las obras en curso. Qué depara el ministro cataplasma a las empresas que ya están en el tajo. Qué sucederá en 2011 si la crisis va a seguir un lance paralelo al actual. Qué. La respuesta es sencilla. Se atenderá, a bajo ritmo, las infraestructuras que desarrollen territorios en los que el nicho de votos sea mayor. Sensu contrario, allá donde el saco de votantes esté asegurado o su cuantía sea insignificante, parálisis total. Item más: en feudos peperos, el ministro antifomento mermará los recursos hasta la nada. La política del PSOE tiene de estructura lo que Zapatero de esencia. Ni un ápice. Ni una coma. Ni un bledo.

Hasta el año 2017, casi ná, se pueden deslizar los pagos. Las carreteras y las autovías se quedarán como están. Se arreglará algún bache para que no se diga. Las carreteras deficitarias, a los pueblos más pobres. Como son pobres, no se darán cuenta, dicen fuentes insolventes del Ministerio, todas ellas extraídas del manantial madre de la militancia psoecialista. Peor estaban con Franco, nos aseguran.

El fomento de Blanco es, en realidad, negra obstrucción. En las cocinas del partido ya han puesto al fuego el nuevo asado. Tiene poca carne y mucho hueso. Con unos injertos de silicona y un añadido de tocino ahumado, dan el pego. Siempre tienen el recurso a despedir a más funcionarios, a sugerir que se contraten pensiones privadas, a privatizar más servicios públicos.

Me pregunto si ustedes, lectores, compartirían conmigo la siguiente idea. Propongo privatizar a todo el Gobierno. Pero me explico. El Consejo de Gobierno que haga como si. Sólo cara al público. En la trastienda, que gobiernen profesionales de la gestión, de la administración, de la empresa, del amor a España. Los éxitos que se los apunten los Zapatero y los Blanco de turno. Pero, al menos, que el país esté gobernado por gente de bien. ¿O sí?

sábado, 3 de julio de 2010

Desde Montánchez: LO QUE LE ESPERA A RAJOY

Hace unas semanas se argumento en un debate televisivo —“La noria”, en Telecinco— que el gran temor tras las próximas elecciones, si el PP no obtiene la mayoría absoluta, es que los sindicalistas liberaos saldrían a “quemar” las calles en cuanto Rajoy tome las decisiones que tiene que tomar para enderezar la economía y la sociedad españolas. Como no podía ser de otra manera, los de enfrente se echaron encima del contertuliano, los compañeros de debates Enric Sopena a la cabeza.

Pues no ha hecho falta esperar a las próximas elecciones para ver de qué modo se van a comportar los sindicalistas liberaos en cuanto que Zeta haya hecho las maletas: la huelga salvaje del Metro de Madrid es suficiente aviso.

Dijo el contertuliano que se teme lo peor si el PP no obtiene la mayoría absoluta. En eso creo que se equivocó: incluso con mayoría absoluta, esta gente saldrá a quemar las calles.

Qué lenguaje, qué modo de agitar al personal en una asamblea, qué manera de amenazar a la sociedad y de secuestrar a los ciudadanos, que toman el papel de rehenes de unos tipos que merecen más bien desprecio.

Independientemente de que la huelga salvaje con rehenes del Metro de Madrid se ha montado porque les van a bajar unos 14€ al mes de sus buenas y seguras nóminas, el asunto es lo antidemocrático que suenan sus algaradas. Estos señores se creen con el derecho de tomar las calles, quemarlas y, además, se pasean después tan orondos.

Esto le espera a Rajoy cuando gobierne, ya que no creo que la sensatez inunde la cabezota de estos sindicalistas liberaos, transformados en piquetes informativos cuya “información” consiste en mandar a algunos de sus compañeros a la ambulancia con unos buenos puñetazos.

La huelga salvaje con rehenes del Metro de Madrid ha sido un hecho vergonzoso para cualquiera que quiera luchar de verdad por los derechos de los trabajadores. Un país con cinco millones de parados ha tenido que soportar el arbitrio de unas gentes groseras porque les rebajan 14€ de su nómina mensual.

Es increíble que una crisis económica que tuvo su origen en lo menos ético del capitalismo, vaya a llevarse por delante a los sindicatos y mantenga en sus puestos a los brokers. Pero si esto es así sólo hay unos responsables: los mismos sindicalistas.