No es posible creer que el hombre del talante haya llegado a lo más bajo en Valencia: no sólo ha despreciado a la primera autoridad regional, sino que su ministra de Cultura ha dado plantón a la alcaldesa para ir a ver el barrio del Cabañal. La actitud de Zeta sólo tiene un calificativo: injustificable.
Es ridículo cómo Zeta maltrata a los gobiernos de Madrid y Valencia. No es un problema que mime a Andalucía y a Cataluña: si él quiere y ahí tiene los votos, pues muy bien. No hablamos de agravios, sino de insensatez.
Madrid y Valencia son regiones prósperas, pobladas y las mejor dotadas para el futuro; además, gustan de ofrecer sus riquezas y bienes a toda España. Dar la espalda a estas dos autonomías desde el Gobierno central es espantoso.
La actitud de Zeta en Madrid y Valencia tiene sus consecuencias para el PSOE: va desapareciendo. Si Zeta cree que puede gobernar España sólo con los votos de andaluces y catalanes, está muy equivocado. Y si cree que, una vez desalojado del poder, va a poder reorganizar sus partidos en Madrid y Valencia, también está muy equivocado.
El daño que está haciendo Zapatero al PSOE por su actitud rencorosa contra aquellas regiones que no le votan es de no creer. Es la primera vez que un presidente de Gobierno maltrata a las zonas en las que no recibe la mayoría de los votos. Y eso es lo más antidemocrático que puede haber. Sólo se comportan así los izquierdistas radicales: es que Zeta es el Lenin español, como parece que a él le gusta que le llamen.
¡Qué caro está pagando España haber puesto en el Gobierno a un radical de izquierdas que cree que la Democracia consiste en que le digan a todo que sí y que maltrata a quienes le llevan la contraria!
Y este era el del talante… ¡Manda güevos!