jueves, 29 de diciembre de 2011

Desde Montánchez, CAAMAÑO VIENE DE AMAÑO

Se dice de alguien que ha llegado al colmo cuando ha logrado tal nivel que razonablemente no se puede superar. El colmo de la maldad, el colmo de la gracia, el colmo del amaño.

Francisco Caamaño

Fernández Bermejo

Don Francisco Caamaño, actual exministro de justicia, sucedió al ínclito y afamado Fernández Bermejo, gran cazador expedientado por carecer de licencia para cierta actividad cinegética que practicó junto a esa estrella judicial en declive que es don Baltasar Garzón. A fin de escribir este artículo, me documenté en diversas fuentes. Una de ellas es, para disipar dudas, en El País. Este periódico publicó en 2009, acerca de don Francisco, que el nuevo titular de la cartera ministerial “tiene buenas relaciones tanto en el Gobierno, el partido y el grupo parlamentario. Goza de la mayor consideración personal y profesional de José Blanco, vicesecretario del PSOE, y José Antonio Alonso, portavoz parlamentario de los socialistas”. Sic. Más clara, el agua de Sierra Nevada.

Designar a Caamaño como el colmo del amaño acaso sea una exageración. Es posible. No obstante, no me tiembla la mano al teclear que este político gallego ha dado muestras extraordinarias para darse trazas o para levantar artificios con tal de conseguir algo que ni es justo ni es merecido. Este coruñés cuarentón sí ha sido un excepcional regulador de la nada y reformador de lo que funcionaba medio bien. Siempre se mostró enemigo de las penas de telediario, salvo que las mismas encausen a gente del Pp. Ellos son sujetos en los que la presunción de inocencia ha de someterse al crisol de la filtración de los sumarios judiciales. Pues sí. Y mejor que sean los fiscales -hasta que Conde Pumpido sea destituido- quienes instruyan los procesos. Eso siempre que, en caso de que Rajoy gane las elecciones generales, entonces se recapitula y, de lo dicho ni mú, se vuelve al juez como garante de la instrucción.

La objetividad es una perla peregrina que está al alcance de muy pocos bolsillos y de casi ninguna puñeta. Desde luego, Caamaño conoce poco el término pues no se aplica al objeto en sí mismo sino que depende de intereses muy particulares y a maneras ideológicas de pensar o de sentir. Las filtraciones del Gürtel o del Nóos no han despertado el sentido inquisitivo del señor Caamaño para restablecer la violentada legalidad de mantener el secreto. Total, mientras se divulgue indebidamente la ropa sucia de algunos, mínimas objeciones. Cosa distinta es que las revelaciones se produzcan sobre el caso Campeón y perjudiquen a su mentor político, el muy honorable señor José Blanco. Por ahí no pasa Caamaño.

Esas filtraciones desgraciadas deben ser investigadas por el Poder Judicial. Otras, no. Y, además, quién se atreve sino un preso acusado de falsedad y fraude a acusar a un modelo de conducta ejemplar como don Pepiño, tan transparente él y tan cercano a los más desvalidos, que no duda en parar el coche oficial en una gasolinera y socorrer a un pobre empresario que solicitó su ayuda. Así que ojo al dato. Blanco es "inocente mientras no se demuestre lo contrario", como "cualquier español".

Al enterarse de que la Fiscalía ha decidido pedir al Supremo que se declare competente para investigar a Blanco en relación con la "operación Campeón" y que abra un procedimiento sobre estos hechos, al del amaño se le han abierto las carnes. Lo que no se puede consentir, remacha Caamaño, es que se anticipen juicios, pues cada cosa tiene su tiempo. Y de Garzón, idem de idem. Correa, Camps, Fabra y otros apellidos peperos se interpretan desde otra óptica. Van a comparar. Por favor. Por otra parte, si fueren condenados, ya se les indultará como al banquero Sáenz.

Ya les digo: Caamaño viene de amaño. Zapatero, de embustero. Blanco, de garçon y Garzón, de campeón. Queda en casa. El amaño. Caamaño ya barrió para ella.

martes, 6 de diciembre de 2011

Desde Montánchez, ¿Quiere usted tener un hijo delincuente?

Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que se le antoje. En esta forma crecerá en la creencia de que todo el mundo le pertenece.

Cuando diga palabrotas, celébreselas. Esto le hará pensar que es un gracioso. Y le animará a decir palabras más «graciosas» aún.

No le dé instrucción espiritual. Espere a que tenga veintiún años para que pueda decidir libremente por sí mismo.

Evite reprenderle, no vaya usted a crearle un complejo de culpa. Además, así conseguirá usted que cuando su hijo sea arrestado por robar un coche, él puede pensar con tranquilidad que la sociedad está contra él y que es víctima de persecución.

Recoja usted todo lo que él deje tirado: libros, zapatos, ropa... Hágaselo todo, de manera que se acostumbre a echar toda la responsabilidad sobre los demás.

Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. 

Cuídese de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero deje que su mente se alimente de basura.

Dispute con frecuencia en presencia de sus hijos pequeños. Así el día que el hogar se destruya, al muchacho ya no le sorprenderá ni le dolerá demasiado.

Dele todo el dinero que quiera gastar. Nunca permita que lo gane él mismo. ¿O va a permitir usted que la vida sea tan dura con él como lo ha sido con usted?

Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. ¡La mortificación podría conducirle a una frustración perjudicial!

Póngase de parte de él contra sus vecinos, maestros y policías. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo, y si le contradicen es porque le quieren mal.

¿Ud. vera lo que le interesa?

viernes, 2 de diciembre de 2011

Desde Montánchez, Los cadáveres, quietos


Ante la imparable presión popular que pedía un nuevo acomodo para los restos del extinto Caudillo, dilectos expertos en Franco han decidido removerlo de su catafalco, y llevarlo a la que fue su casa: El Pardo.

Leído este párrafo en aquel tono mayestático de Matías Prats, el resultado sería el mismo: enojo o coña nacional, depende. Estos socialistas de burril se despiden con otra gamberrada más. A Martes y Trece no se les hubiera ocurrido un episodio tan gilipuertas como éste. Recuerdo la grave admonición que gritaba hace años un sepulturero a los estudiantes de Medicina que pululaban por los cementerios para apandar huesos: “Dejadme los cadáveres quietos, ¡coño!”

Españoles, Franco NO ha muerto

Al papa Esteban VI, en 897, no acababa de gustarle cómo le había tratado su antecesor, Formoso, así que mando exhumar su cadáver nueve meses después de su muerte, para someterlo a juicio en un concilio histórico. Morboso, ¿verdad? Pues aquí estamos en esas. O está la izquierda, la que se dice muy alarmada con recortes sociales y ‘agendas ocultas’ pero que, en el caso del diario de Roures, dedicó anteayer su primera e incontables páginas interiores a... ¡Franco! No, no está usted mirando un periódico de otra época; estamos en noviembre de 2011, el generalísimo lleva muerto y enterrado 36 años y tenemos asuntos no para ocuparnos, sino para alarmarnos con terrible urgencia. Es maravilloso cómo se retratan.

Gusto da, por contraste, leer a un rojo ‘pata negra’ como Carlos Carnicero, a quien nadie podrá acusar de veleidades derechistas, pero que mantiene la cabeza sobre los hombros lo suficiente como para opinar en su ‘blog’ (): “La demonización de la Transición española es uno de los legados más nefastos de José Luis Rodríguez Zapatero. Él no tuvo edad para participar en el final del franquismo y en la construcción de la democracia; en consecuencia, no estuvo bien hecho ese proceso. No hay nada más confortable que ser antifranquista en el siglo XXI. Por lo tanto, es un estadio ideal para generar crispación con la recuperación de un antagonismo que la Ley de Memoria Histórica –que fue un acto de propaganda sin presupuesto– nos deja como herencia. Por si faltaba algo más como acto póstumo, el zapaterismo nos deja el cadáver de Franco encima de la mesa”. La izquierda es una ideología estúpida y suicida seguida por muchas personas inteligentes, paradojas de la vida.

Leo en ‘El Mundo’ que “Carmen Alborch pide que el feminismo sea ‘patrimonio democrático de la Humanidad”. Yo me secundo la moción con la condición de que se haga lo mismo con la bomba lanzada en Hiroshima. ¿Seguimos con tonterías o nos metemos ya con lo importante? ‘

¡¡Descansen en Paz!!

jueves, 1 de diciembre de 2011

Desde Montánchez, Esta noche es Nochebuena





Sr. Rajoy, saque ese chorro de medidas que necesitamos, mezcla de arte y bravura.








Esta noche es Nochebuena y mañana es Navidad; ¡saca medidas, Mariano, porque el baile va a empezar! Dicen que el 23 de diciembre tendrá lugar el primer Consejo de Ministros de la era Rajoy, y que de esa primera reunión han de emerger las primeras banderillas de fuego que Don Mariano y los suyos habrán de asentar en el lomo del Mihura que, por su empeño y constancia política, les ha tocado en suerte. ¿Mihura digo? ¡Quia! Son montones de morlacos que, en forma de fieras de cosmogonía, se les vienen encima a los populares. Don Mariano y sus subalternos han querido ganar primero y saltar después a este Ruedo Ibérico (dejado en ruina espantosa y flagrante por Zapatero y los suyos), para hacer –se supone– no una simple faena de aliño, sino para reponer a España en el contexto histórico, económico y político del que ZP la ha sacado.

Pero, ¿podrán Rajoy y los suyos? Pienso que, si no se limitan a dar capotazos de mera estética, si se ponen a la faena con valentía y arriesgando, sí que será posible cortarle a la crisis las dos orejas y algo más. En los tendidos esperan más de cinco millones de parados; centenares de miles de pequeños y medianos empresarios; millones de ciudadanos al borde de la miseria o ya inmersos en ella hasta el cuello; paniaguados sindicatos de la subvención permanente que requieren que alguien les ponga en su sitio, y patronales conformistas y timoratas recluidas en el falso complejo de ser ricos. Todo eso, Don Mariano, le espera a usted y a nosotros. Tenga temple, pero arrímese al bicho, que los gallegos también saben ser valientes. Saque ese chorro de medidas que necesitamos, mezcla de arte y bravura, y haga definitivamente suyo al respetable, huérfano desde hace años de muchas tardes de gloria. Y, aunque a algunos les amargue los turrones, ¡saque la bota, Mariano, que me quiero emborrachar!